Es difícil de describir. Uno suele valerse de coordenadas o categorías más o menos cognoscibles para abordar esta tarea. El salar de Uyuni, sin embargo, escapa a toda categoría conocida. Es un imperativo a la imaginación.
Salimos de mañana con un sol boliviano que, como siempre, entremezclaba su calor que calcina con el aire congelante del altiplano. Subimos a la 4x4 y, tras atravesar las pequeñas y remotas dimensiones del pueblo de Colchani, la primer parcela de sal se dejó ver sin lograr ser un verdadero anticipo de lo que vendría.
El salar estaba inundado y de entrada parecía un gran mar de aguas levemente oscuras, nada del otro mundo, pero al rato empezó a verse lo que jamás me imaginaba que vería.
A medida que nos acercábamos al hotel de sal (absolutamente todo construido en sal, incluidas mesas y sillas), la profundidad del agua iba bajando y, gracias al blanco del suelo, se formaba un espejo de nada menos que 12.000 km2.
El salar de Uyuni es lo más parecido que me puedo imaginar al infinito. En un beso celeste, es la comunión perfecta entre el cielo y la tierra. La maravilla óptica hace que el horizonte desaparezca por completo y el mundo sea todo uno: sin cielo y sin tierra. Todo espacio, todo multiplicación. Si el paraíso celeste existe, sin dudas queda en Uyuni.
Al infinito celestial que el salar ofrecía a lo lejos, se sumaba un impresionante suelo que combinaba el blanco más puro con el brillo plateado de los cristales salinos que se encendían al reflejo del sol, a medida que uno avanzaba caminando.
Con las zapatillas en el agua y obligados anteojos negros para poder ver, recorrí el infinito, pisé las nubes y caminé por el cielo.
Todo aquel que viaje a Bolivia procúrese tiempo y un billete para conocer esta maravilla sin precedentes. Eso sí, reserven, hagan fila nocturna o consigan como sea un pasaje en tren para llegar porque la ruta que se hace en bus es la más peligrosa que conocí en mi vida.
Salimos de mañana con un sol boliviano que, como siempre, entremezclaba su calor que calcina con el aire congelante del altiplano. Subimos a la 4x4 y, tras atravesar las pequeñas y remotas dimensiones del pueblo de Colchani, la primer parcela de sal se dejó ver sin lograr ser un verdadero anticipo de lo que vendría.
El salar estaba inundado y de entrada parecía un gran mar de aguas levemente oscuras, nada del otro mundo, pero al rato empezó a verse lo que jamás me imaginaba que vería.
A medida que nos acercábamos al hotel de sal (absolutamente todo construido en sal, incluidas mesas y sillas), la profundidad del agua iba bajando y, gracias al blanco del suelo, se formaba un espejo de nada menos que 12.000 km2.
El salar de Uyuni es lo más parecido que me puedo imaginar al infinito. En un beso celeste, es la comunión perfecta entre el cielo y la tierra. La maravilla óptica hace que el horizonte desaparezca por completo y el mundo sea todo uno: sin cielo y sin tierra. Todo espacio, todo multiplicación. Si el paraíso celeste existe, sin dudas queda en Uyuni.
Al infinito celestial que el salar ofrecía a lo lejos, se sumaba un impresionante suelo que combinaba el blanco más puro con el brillo plateado de los cristales salinos que se encendían al reflejo del sol, a medida que uno avanzaba caminando.
Con las zapatillas en el agua y obligados anteojos negros para poder ver, recorrí el infinito, pisé las nubes y caminé por el cielo.
Todo aquel que viaje a Bolivia procúrese tiempo y un billete para conocer esta maravilla sin precedentes. Eso sí, reserven, hagan fila nocturna o consigan como sea un pasaje en tren para llegar porque la ruta que se hace en bus es la más peligrosa que conocí en mi vida.
10 comentarios:
Wow!
Que descripcion... me transportaste hasta ahi.
Realmente es una preciosura ese lugar... mas fotos?
Bexos
Ad
Es de no creer esa foto. no lo creo, no.
La puse de wallpaper
muy bonito
bss
Gracias Adrián! Es muy hermoso, como decís... Yo había visto fotos y no lo podía creer. Cuando fui comprobé que las fotos no mentían, ni exageraban. No era cuestión de buen fotógrafo lo que lograba esas tomas, es que el paisaje es muy imponente. Lugar muy recomendable y para nada caro de conocer!
Ahora busco tu mail en tu perfil o en tu blog y te paso más fotos!
Carlita: te juro que cuando yo vi las fotos previamente a ir tampoco lo creía, pero es tal cual se ve, con la diferencia de que personalmente todo se amplifica. Una gran ilusión óptica. Una realidad no tan real.
Yo también la tengo de wallpaper
Los paisajes de Bolivia son hermosos Marga, ya verás más fotos en posteos de otros lugares que están hermosas también...
En estos días me iré poniendo al día con los blogs amigos que los tengo abandonados! No es que ya no los quiera, es que volver lleva un tiempo y quiero sentarme a leerlos, a escribirles...
Besos a tod@s!
Chris
Woah, definitivamente muy hermoso, chingon como diría yo. He de ir algun día. Saludos chris.
Atte.
Che
Bienvenido. Me alegro que este viaje mereciese la pena....
Por Dios, ¿por qué el mundo es tan grande? No me dará tiempo a verlo todo....
Besos.
Che, qué tal?? hace rato que nos leíamos mutuamente, que bueno verte por acá... Ojalá puedas ir, es hermoso, realmente... A vos te queda un poco más lejos incluso, pero vale la pena. Es para que planifiques un viaje por el Machu Picchu y bajes para Bolivia.
Mario: Gracias por la bienvenida. Cierto que el mundo es grande e imposible de recorrer. Yo tengo como uno de los objetivos de mi vida la idea de viajar y conocer lo más posible. Ojalá nunca pierda las ganas y las posibilidades de hacerlo.
Besos a los dos!
Chris
Qué foto increíble! Cuál es el límite del horizonte?
Lau: lo más característico del paisaje es lo increíble. La única forma de identificar el horizonte es mirando la simetría de las formas y asumiendo que ahí está el cruce entre realidad y espejismo.
El salar de Uyuni es una gran fantasía. Tan hermoso es! Juro que personalmente es tal como se ve en las fotos
Besitos linda!
Chris
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