miércoles, 31 de octubre de 2007

Para Ale...


¿Cómo abrazar cuando se hubo despojado todo? ¿Cómo enriquecer rincones sombríos, recuerdos que galopan hasta la fiebre? ¿Cómo decir la palabra justa? ¿Cómo hacer que el silencio no nos corte, afilando soledades terrenas?
Quiero llenar tu vacío con presencias. Si pudiera regalarte eternidad. Si pudiéramos superar el tiempo.
Salvá tu memoria de lo que te pase. Recogé los bálsamos de lo que duele. Recordá cada abrazo, cada tarde junto al sol de la vereda. Es tuya su labor de guardiana frente a tus juegos de niño inocente. De ella entenderás el alimento. Obrá con esa protección, desparramala por tu cuerpo. Volá cada vez que el alma y el sentimiento se vuelvan tierra seca. Buscá agua en la luna, invocá lluvias cargadas de futuro. Zambullite en algún mar perdido, peleá contra las olas que amenacen. Entregate ahora al sentimiento que mañana te sigue el tiempo, el que llevás entre tus pies y el que no acaba nunca.
PD: Este post fue ilustrado por Christ

viernes, 26 de octubre de 2007

Esos hijos del tiempo


Todo es luz. La luz contiene todo lo que vemos. Cada movimiento, cada gesto, cada rasgo viaja en la luz a una velocidad que para nuestra cabeza, para nuestras posibilidades de pensar es infinita.
Ayer me senté en la plaza. Los que caminaban por ahí me vieron, los que estaban asomados a sus ventanas también me vieron. La luz que transportaba esa imagen mía viajó tan rápido que era simultánea para todos los que la veían. Esa luz sigue viajando, 300.000 kilómetros en un segundo. Ya estoy tan lejos!! La velocidad no es otra cosa que el espacio dividido en el tiempo.
Imagínense si pudiéramos alejarnos a distancias impensables de la Tierra, tan lejos que olvidáramos nuestros nombres, diría Silvio. Entonces, la luz que por allí viajara contendría imágenes, tal vez más antiguas que yo sentado en una plaza. El tiempo y el espacio se abrazarían como dos coordenadas que sólo son absolutas para la pequeñez del hombre. El tiempo dejaría de ser la eterna variable independiente, para ser relativa, maleable y menos agotadoramente implacable.
El viaje al pasado existe. El tiempo no es lineal, porque esa luz que me lleva está viajando y en ese viaje el pasado es presente. Todos los tiempos están contenidos en este momento, cada segundo, cada era. Cada punto de ese recorrido es un tiempo, una posibilidad, una proyección.
De la misma forma, todos los colores se contienen en la luz blanca. Todo lo que podemos ver, todas sus variantes se sintetizan en la expresión de la luz.
Todos los tiempos, el tiempo. Todas las luces, la luz.
Las distancias, tiempos y tamaños espaciales me conmueven, me emocionan, me hacen perder el sentido. Siempre me pasó eso, cuando los recorro siento que rayo la locura, que lo impronunciable del universo me vuelve inasequible todo lo que intente conocer. Ahí es donde mi mente dice basta. Lo único que me queda es la contemplación, la maravilla, la irrealidad. La razón está muy lejos de todo eso. Muy lejos de todos los tiempos, de todas las luces. Qué es real de la realidad?? Acaso la realidad no es sólo una forma de ver las cosas?? Todas las luces, todos los tiempos, todas las realidades (irreales).
Cronos sigue devorando a sus hijos, pero también los proyecta, los desparrama. Eos, con sus dedos rosa, nos recoge y nos lleva, quién sabe adónde, mucho más lejos de lo que Atenea puede concebir. Atenea, furiosa, emprende la batalla contra todo, emergida de la cabeza de uno de los hijos de Cronos. Propone trazas donde posicionarse, estrategias de guerra, para no estar tan sólos, para no estar tan lejos, para no estar tan poco.
No puedo desmaterializarme para ser concepto. Sólo soy carne que late y también soy reflejo que viaja en otros tiempos, reflejo que vive, imagen que perdura en el espacio, en un espacio infinito, en una vida infinita. En qué lugar estaré naciendo?? En algún lugar ya estoy muriendo?? En qué lugar estoy ahora??
Más allá de todo esto, mañana Eos me vuelve visitar, nos vuelve a visitar. Sus dedos rosados nos volverán a abrazar, nos volverán a llevar de viaje. Una vez más, el tiempo cae, corre, vuela, gira, se desparrama y nosotros, los vagabundos del espacio, los hijos del tiempo, nos sentaremos en alguna plaza, charlaremos con algún amigo, viviremos las escenas cotidianas, como si el espacio que andamos fuera todo el espacio, como si nuestro reloj fuera dueño de toda la eternidad.

“No hay nada aquí,
sólo unos días que se aprestan a pasar,
sólo una tarde en que se puede respirar,
un diminuto instante, inmenso en el vivir
después mirar la realidad
y nada más
y nada más”

(Silvio Rodríguez)

domingo, 21 de octubre de 2007

Buenos Aires y yo


Mi primer paseo fue por la calle Cuenca, en Villa del Parque. Sí, Cuenca todavía era empedrada. El Shopping no estaba. En su lugar había una gran pizzería, bar que ya ni recuerdo el nombre. Había muchas más jugueterías, que en aquella época eran mi perdición. La estación estaba desvencijada, vieja. Tuvo que esperar la ola menemista para conseguir pintura y carteles más modernos, que acompañaran la circunstancia del nuevo Shopping.
El barrio es la primera referencia. Cuando mi experiencia sumaba sólo diez años, el barrio representaba ese lugar en que podía moverme, en que podía atreverme a un poco más. Salir a patear Cuenca, Nogoyá, Nazca, San Martín era común para mí. Me sentía orgulloso cuando me aprendía una calle nueva y, por supuesto, presumía de que “yo en Villa del Parque conozco todo…”. Ayer pasaba por la esquina de casa y me pregunté: “¿Cuántas veces pasé por esta esquina?”. 5.000?? quién sabe?… pero por ahí debe andar… Cuánto se aprende un lugar por el que se pasan tantas veces? Cómo hacer para que esos lugares no terminen siendo uno de alguna forma? Así me vaya de Villa del Parque, nunca el barrio podría ser un lugar más. "La geografía de mi barrio llevo en mí, será por eso que del todo no me fui" rezaba el tango... cuánta razón!
Acá estoy como en casa. A veces ni me cambio para salir, con las mismas chancletas, el shortcito de entrecasa, la remera descolorida, agujereada y hasta manchada está bien… “Si total voy sólo hasta Cuenca”…
La geografía explica el hombre, lo constituye, lo determina y condiciona su mirada. Un hombre de río es totalmente diferente a uno de montaña y otro tanto pasa con un hombre de mar. Villa del Parque alberga mi historia. Los lugares me van devolviendo imágenes que a veces ni yo recuerdo. La calesita de la plaza, el cine Bernasconi, la Cultural Inglesa. Hasta los clásicos negocios de Cuenca, los que parece que están hace mil años. La plaza devoto, mi querida plaza devoto: noches de adolescencia, tardes de caminatas.
Yo me doy cuenta. Cada vez que algún amigo que no es del barrio me visita por acá, me viene una incontrolable verborragia que me obliga a tratar de significar todo: cada esquina, cada casa. Ahí yo hacía tal cosa… allá tal otra… Esa es la casa de tal, que es amigo de tal, que es vecino de tal otro…
Las distintas zonas de la ciudad, las que no son las natales, las que no son nuestra casa se van habilitando de otras formas. Algunas zonas que son clásicos porteños nunca las signifiqué porque, como digo siempre: “la vida no me llevó”. Belgrano, Palermo, San Telmo no me pertenecen, aunque los visite, aunque los vea lindos.
Mi otro barrio es el centro. En el centro también estoy en casa. El centro fue mi primer viaje o más que mi primer viaje fue mi primer “mudanza” simbólica. Todos mis referentes del barrio se reinventaron en el centro a fuerza de una crisis de identidad. Me asumía puto y eso fue, literalmente, lo que implicó que construyera el centro como un nuevo espacio para mí. Los significados natales quedaron en Cuenca. La avenida Corrientes, la diversidad de las calles, de las gentes de distintas procedencias y colores, del trajín apurado eran ahora depositarias de mi nueva identidad. Ambos lugares me pertenecen porque yo estoy imbricado con esas geografías. Es increíble como la identidad y el espacio están amalgamados. Conozco bastante gente, sobre todo de provincia donde el contraste es mayor que el de barrio capitalino y centro, que cuando se traslada, cuando se muda incluso se termina cambiando el nombre, el apodo o habilitando algún primer nombre que estaba en desuso.
Hablar de una persona, de una historia es hablar de su geografía. Siempre recuerdo, no sin conmoverme, la historia de Mercedes, una amiga de mi mamá. Mercedes se crió en Devoto. A los quince años tuvo que exiliarse en España. Mandaba cartas afiebradas a mi madre, pidiendo datos, pidiendo referentes que le devolvieran su identidad, su ser, su Buenos Aires, su barrio. Pedía fotos de su casa, pedía a gritos saber la historia de sus viejos vecinos. Años después, Mercedes estaba muy enferma y desde el hospital llamaba a mi casa para decir que, en cuanto mejorara un poquito y los médicos la dejaran, lo primero que haría sería venir a la Argentina, que le preparáramos una cama. Dos días después del último llamado, Mercedes murió. Nunca volvió a su tierra. Recuerdo patente las lágrimas de mi vieja, ahora también las entiendo y hasta pude compartirlas en algún ejercicio de memoria. En la antigüedad la pena mayor que se podía dar a un criminal era el exilio. Mercedes no cometió ningún crimen, pero lo sabe bien.

Bajo el cielo de Mantilla
(Teresa Parodi – Mateo Villalba)

Se bajó en la estación de aquel pueblito
Caminó por sus calles aterida
Recordó las palabras de su padre
-es tan claro ese cielo de Mantilla-
Las casitas apenas dibujadas
Atardecen grisáceas y cansinas
En hilera debajo de los árboles
Todas son para ella parecidas

La que está en la cortada justo al lado
Del enorme almacén que da a la esquina
Es la nuestra Raquel, llame a su puerta
Y pregunte si están Marga o Dorita
Usted sabe de ellas, las ha visto
En las fotos que guardo de esos días
Son mis buenas hermanas, las mayores
Dígales que las quiero tanto, hija

Llámeme para adentro a cada paso
Llámeme con el alma, hijita mía
Tráigame si es que puede cuando vuelva
Un poquito de tierra de mantilla
Con los ojos cerrados se ha quedado
Aspirando ese olor a mandarinas
Ay! Qué lejos que queda Buenos Aires
De este cielo infinito de Mantilla

Los amigos de ayer decía su padre
Se juntaban de noche en la cantina
Y jugaban al truco hasta el cansancio
Tal vez sigan allí como esos días
Cuando llegue pregunte por el nacho
Pídale que le cante, niña mía
Nunca habrá de encontrar cantor como ese
Chamamé del mejor, qué maravilla

He venido a buscarlo en su pueblito
A llevarle la tierra que quería
La promesa he cumplido padre, piensa
Aunque usted ya no esté para vivirla
Y golpeó la puertita de la casa
La salió a recibir la vieja tía
Se perdió entre sus brazos sin palabras
Bajo el cielo infinito de mantilla

miércoles, 17 de octubre de 2007

Lealtad peronista




sábado, 13 de octubre de 2007

Cómplices del genocidio


Apenas un rato pasado el 12 de octubre y yo que venía con ganas de armar un post que hablara sobre la iglesia. Evidentemente ésta es una buena oportunidad. Sin dudas el día de la raza ha sido una de las mayores farsas de la historia de la humanidad. Aún recuerdo cuando la maestra nos decía en el colegio que los aborígenes eran algo así como tontos que entregaban oro por espejitos y que necesitaban la palabra de Dios porque eran salvajes, que debían ser civilizados. El hombre europeo, superior, por supuesto, había asumido esa función. Biblia y espada en mano, trajo la "verdad" y la "ley" (acompañadas por un poquito de muerte, apenas un continente, nada más).
Nunca se habló de las culturas que florecían en América. Jamás se dio cuenta de la infinidad de tradiciones y cosmovisiones que se habían construido de este lado del mundo. Nunca se dejó espacio para otras verdades, es que ése es el concepto sobre el que se construye el dogma, no hay verdad más allá de Dios. No hay razón, no hay pregunta, sólo hay fe. Es una de las formas de violencia cultural más fuertes que he conocido. Negarle a un ser humano la pregunta, por supeditarla a la fe, es la forma de anularlo más profunda, porque el pensamiento es el elemento fundante de toda cultura.
El continente americano estaba poblado íntegramente por una diversidad de culturas, razas y pueblos aborígenes cuya sangre, evidentemente se derramó (en nombre de Dios, claro). Hoy día en América esa sangre ya no está. No late más en nuevas generaciones sino en números muy escasos y, por supuesto, vilipendiados por todas las formas de violencia cultural y, además son propiedad de Benetton o de Tinelli.
Hoy somos casi todos descendientes de europeos. Los muertos siguen acá, la sangre corre por los ríos, se alberga como parte del paisaje, pero en la escuela festejamos. Flameamos la banderita nacional y bendecimos millones de muertes civilizadas para salvarnos del salvajismo aborigen.
La prohibición de las lenguas aborígenes y la evangelización fueron los dos pilares sobre los que se construyó la matanza más grande de la historia de la humanidad. Aún después de 515 años, se siguen silenciando, tradiciones, folklore y representaciones culturales originarias.
Siguiendo esta línea de participación eclesiástica es claro que la iglesia no trabaja precisamente para el amor, por lo menos no para el amor humano, capaz para el amor a la sangre, para el amor a las víctimas y, eso sí, para el amor a la única verdad! Las consecuencias nocivas de la iglesia son muchas. En primer lugar retomo la idea del dogma e insisto: Negar la capacidad de pregunta es negar la condición humana más básica, el pensamiento. Es negar también la posibilidad de discurrir, de disertar, de polemizar y por lo tanto de proponer, de ser libres, en tanto sujeción a la estructura de poder más fuerte: la idea del bien.
Otra cuestión que también es crucial en torno a la ideología cristiana es la apropiación del cuerpo. El diablo, desde el mito de la creación de Adán y Eva, sitúa en el cuerpo de la mujer, en su carnalidad, el pecado, la tentación, la serpiente, lo prohibido y, por lo tanto, la consecuente expulsión del paraíso. La oposición a esa imagen pecaminosa es la virtud, la imagen asexuada, desprovista de carnalidad de la Virgen María. El cuerpo es tomado como corrupción, porque es lo que muere, en oposición a un Dios que se supone eterno. El cuerpo, la materia es para la iglesia lo que hay que abandonar, lo que tiene que martirizarse para lograr la eternidad. Detrás del cuerpo se juegan cuestiones claves en torno del poder.
En primer lugar, se controlan y regulan los nacimientos. En segundo lugar, se reprime, encasilla o anula el deseo, que es siempre la faceta más libre, incontrolable e irracional de una persona. La operatoria de la iglesia en el dominio del cuerpo y del pensamiento tiene que ver, para peor, con una apropiación que lucra con la muerte, la desesperación e incertidumbre más grande de la humanidad. Ser virtuosos para conseguir la salvación. La iglesia intérprete de la tierra y el cielo, sosteniendo un diálogo imaginario con un más allá que nunca se podrá reponer. El sustento de este perverso sistema es proponer la noción de virtud a fin de conseguir dicha salvación. La idea de un ser humano virtuoso, en oposición a uno envilecido es el principio de superioridad racial básico y fundamental de todo nazismo y política fascista y racista: la diferencia es algo que hay que eliminar en función de una única verdad, que es Dios y que, además, es proveedora de virtud y salvación.
Las creencias de las personas en función de si hay o no un Dios, son menores en esta discusión. La polémica es de sesgo principalmente institucional y relativa a los grupos de poder. Sin embargo, considero que también es pertinente que cada uno se haga cargo de la institución a la cual suscribe con sus acciones. Hablar de las muertes provocadas por la iglesia durante la historia, no es ofender las creencias de nadie que no crea que esas personas debían morir.
“La única iglesia que ilumina es la que arde” proclamaban los anarquistas y yo a esto lo leo como una forma de quemar la idea de sentido único. Las iglesias se presumen dadoras de verdad, proveedoras de salvación e instauradoras de una virtud que pone a una persona por sobre otras. Quemar la idea de unicidad absoluta es abrir ese juego a las diferencias y es iluminarse uno mismo sumando la luz propia, con la de los demás. Nadie nos ilumina sino nosotros mismos, desde nosotros, entre nosotros y para nosotros. El sentido no está dado, lo debemos historizar, desnaturalizar y problematizar para poder transformarlo.Yo repudio abiertamente a las iglesias (a todas, no sólo la cristiana) propongo reconstruir los sentidos humanos desde los hombres y nuestras posibilidades, sin negarnos los cuerpos, ni el pensamiento. Me cago en una moral que anula las diferencias y, por sobre todo, invito al ejercicio de memoria porque a partir del día de ayer, nada más ni nada menos que todo un continente fue avasallado en nombre de Dios.

jueves, 4 de octubre de 2007

Mi cumpleaños


El paso del tiempo y todo lo que va quedando y todo lo que sigue, también. La marcha no se detiene, la circunstancia obligada de crecer. La circunstancia elegida de crecer. La necesidad de tener con quién hacerlo. Envejecer como una forma de llevar el propio tiempo, más allá del tiempo mismo. Una forma de amalgamar diferentes maneras de mirar la vida en una época actual, que en su interior contiene todas las demás épocas.
El cuerpo como depositario del proceso, como condición única de consecuencias insospechadas.
Los sueños que esperan, los que perdieron su estatuto. La mirada sobre los más chicos, sobre los más grandes.
Todo eso se condensa como parte de un ciclo estructurado en años, que se recorta para tener una posible lectura y comprensión. Hoy tengo otra conclusión más, un avance. Otra vez tomar conciencia de ver crecer los niños, de ver envejecer a los padres. Modificar la posición propia para seguir andando: más allá, más acá, quién sabe?.
Festejo, sí… Siempre lo festejo. Los ritos son necesarios. Cómo privarme de los abrazos de amigos? Cómo privarme de las risas? Además me encanta.
Mis primeros cumpleaños fueron grandes fiestas familiares en que me vestían a todo trapo y venían hasta los primos, de los primos, de los primos. Después vinieron los que alquilaban el salón en la Virgen Niña (sí, sí leyeron bien) y un animador que era mi preferido. Mi vieja nunca se olvidaba de preparar la bolsita correspondiente para cada amigo, ni de llenar las tarjetitas con linda letra. Después vinieron más lugares, la pista de patinaje, la cancha de bowling, el Club Comunicaciones (infaltable). Más tarde llegó mi casa y los bailes. En mis 15 me tiraron huevos y también bailé un poco de vals (lástima que no la hicieron completa y no me compraron un vestido). Más adelante ya fueron en Bach (con otro cariz, claro). Después la casa de Andre (Gracias!). La casa de la nona (Gracias Marian!): baile, guitarreadas, los panchos al por mayor, damajuanas.
El sábado en casa, otra vez… devolviendo las fiestas a este lugar. Y siempre los amigos, la familia por ahí, dispuestos a venir, a dar, con sinceras ganas. El cumpleaños es mío, la felicidad es de todos. Yo sólo no haría nada. Muchas Gracias.