Introducción
Año tras año, llegado el mes de noviembre comienza a generarse en mí una ansiedad particular por las actividades sobre el Orgullo GLTTTBI que tienen lugar en Buenos Aires. Así, recorro cines, charlas, obras de teatro y recitales. El broche de oro lo da la marcha del orgullo con su colorido, su espíritu festivo y la fuerza que genera la presencia de miles de personas poniendo el cuerpo por una misma causa. Muchas cosas se movilizan en estos días, un arraigado sentimiento de pertenencia aflora manifestándose en mi piel y sentimientos. Las ganas de cambiar la historia, de zanjar el camino, de construir el espacio común, de pensar en el otro vuelven a dar vueltas en mi cabeza. Es como si recibiera la dosis de fuerza necesaria para seguir el resto del año en ese trabajo diario que es validar mi propia identidad, y con ello la de los demás.
La ilusión de lograr de una vez por todas una comunidad parece revivir y por momentos cree encontrar alternativas para consolidarse. Sin embargo, ese sueño teñido de cierto hippismo latinoamericanista, parece disolverse apenas finalizan los acordes de Soy lo que soy dando final a la marcha del orgullo, momento en que el sueño compartido parece terminar para volver a la desolación de los boliches.
La identidad está de fiesta estos días y siento que no puedo menos que tratar de reinventarla, de alimentarla para que se forje única, sincera, erguida. La fuerza saldrá desde ese lugar y la posibilidad de generar una participación activa también.
En este recorrido tanto personal como colectivo por las actividades, suelo conversar esta cuestión con mucha gente (ajena o no a “lo gay”) y generalmente surgen ciertos comentarios positivos acompañados por una pregunta que parece repetirse eternamente: “pero… orgullosos de qué están?”. Ante esta demanda, más de una vez me quedé perplejo e hice grandes esfuerzos por traducir en palabras la suma de sentimientos que me generaba festejar mi identidad con mis semejantes año tras año. Titubeo tras titubeo, y sin dejar de sentir ganas de participar, comencé a tratar de dilucidar de qué se trataba esta cuestión del orgullo.
Algunas consideraciones sobre el orgullo.
Año tras año, llegado el mes de noviembre comienza a generarse en mí una ansiedad particular por las actividades sobre el Orgullo GLTTTBI que tienen lugar en Buenos Aires. Así, recorro cines, charlas, obras de teatro y recitales. El broche de oro lo da la marcha del orgullo con su colorido, su espíritu festivo y la fuerza que genera la presencia de miles de personas poniendo el cuerpo por una misma causa. Muchas cosas se movilizan en estos días, un arraigado sentimiento de pertenencia aflora manifestándose en mi piel y sentimientos. Las ganas de cambiar la historia, de zanjar el camino, de construir el espacio común, de pensar en el otro vuelven a dar vueltas en mi cabeza. Es como si recibiera la dosis de fuerza necesaria para seguir el resto del año en ese trabajo diario que es validar mi propia identidad, y con ello la de los demás.
La ilusión de lograr de una vez por todas una comunidad parece revivir y por momentos cree encontrar alternativas para consolidarse. Sin embargo, ese sueño teñido de cierto hippismo latinoamericanista, parece disolverse apenas finalizan los acordes de Soy lo que soy dando final a la marcha del orgullo, momento en que el sueño compartido parece terminar para volver a la desolación de los boliches.
La identidad está de fiesta estos días y siento que no puedo menos que tratar de reinventarla, de alimentarla para que se forje única, sincera, erguida. La fuerza saldrá desde ese lugar y la posibilidad de generar una participación activa también.
En este recorrido tanto personal como colectivo por las actividades, suelo conversar esta cuestión con mucha gente (ajena o no a “lo gay”) y generalmente surgen ciertos comentarios positivos acompañados por una pregunta que parece repetirse eternamente: “pero… orgullosos de qué están?”. Ante esta demanda, más de una vez me quedé perplejo e hice grandes esfuerzos por traducir en palabras la suma de sentimientos que me generaba festejar mi identidad con mis semejantes año tras año. Titubeo tras titubeo, y sin dejar de sentir ganas de participar, comencé a tratar de dilucidar de qué se trataba esta cuestión del orgullo.
Algunas consideraciones sobre el orgullo.
Aproximación histórica.
La palabra orgullo, con su fuerza arrolladora, parecía ser aquello que a todos les hacía ruido y lo que yo no podía terminar de explicar. Como punto de partida en mis disertaciones personales, pensé que el sólo hecho de pertenecer a la “comunidad GLTTTBI” no era más que una característica entre el crisol de rasgos que definen mi persona. Sin embargo, en la cuestión gay parecía haber algo que diferenciaba ese rasgo de los demás y que hacía que me manifieste de esa manera con respecto a ello. Buscando esa razón, llegué a la certeza de que si no hubiera sido gay, hoy no sería la misma persona, los sueños serían otros, los miedos también y, lógicamente, mi posición en el mundo sería diferente. Esta cuestión de lo gay como constitutivo me quedó más clara aún cuando surgió la idea de que si las personas fuésemos pinturas, entonces la sexualidad sería algo así como el color o el material del lienzo sobre el que estamos pintados. Los trazos son muchos y fundamentales, pero el telón de fondo, el que sostiene el esquema personal es el espacio en que se deposita la líbido, el deseo y el principio comunicador con la alteridad.
En un marco en el que surgen tantas cuestiones intrínsecas es que aparece la palabra orgullo resignificando estas características y poniendo de manifiesto una primer cuestión: el nivel visceral, vivencial y sentido del término. Uno nunca puede estar orgulloso sino de lo que vive y late dentro de uno, así sea un trabajo logrado, una persona que ama, o la sexualidad propia, todo ello se detenta con orgullo en tanto pertenecen al campo de lo más internamente asumido como propio, y digo propio dejando de lado la noción de apropiación como pertenencia material, sino como verdadera incorporación.
Siguiendo esta línea, y como primer ejercicio, me predispuse a buscar cuáles eran los distintos rasgos semánticos de la palabra orgullo. La herramienta inmediata, lógicamente, fue el diccionario y encontré dos acepciones que me resultaron interesantes por su dicotomía: “Opinión demasiado buena que tiene uno de sí mismo. Arrogancia. Fatuidad. Ostentación. // Sentimiento elevado de la dignidad personal // Conciencia del propio valor que puede nacer de causas nobles.” La primera luz que surgió de esta búsqueda fue la posibilidad de develar, en algún sentido, el por qué de la resistencia de los demás al escuchar el término Orgullo aplicado a lo gay y su consecuente militancia. La idea de arrogancia como eje conductor del orgullo gay, sin embargo, no creo que sea un factor que permita circunscribir el concepto dado que el mismo está forjado desde un espacio de resistencia que conlleva a revisar algunos aspectos de la historia.
El concepto de orgullo gay surge a partir la conocida revuelta de Stonewall ocurrida en el boliche Stonewall Inn en la ciudad de Nueva York el 28 de junio de 1969. La noche del 27 de junio el bar fue víctima de la tercer “razia” policial de la semana y los que en él se encontraban, no soportando la opresión reiterada, se defendieron de la policía con piedras, botellas y todo objeto que encontraran. Los hechos no concluyeron en ese momento, sino que la noche siguiente más de 2000 gays, lesbianas, travestis, transexuales, bisexuales y heterosexuales se congregaron a brindar su apoyo a quienes permanecían aún en el bar y a quienes habían sido liberados. La resistencia duró tres días y la voz del gay power surgió en las calles neoyorquinas dando lugar al florecimiento de 5 frentes de liberación gay en diferentes ciudades norteamericanas. Al año siguiente se realizó la primera marcha conmemorando los hechos y luego las mismas comenzaron a efectuarse regularmente, lo que dio lugar a una tradición que con el paso del tiempo cobró carácter internacional.
La introducción de esta reseña histórica permite poner de relieve dos cuestiones básicas. En primer lugar es fundamental ligar la noción de orgullo con una idea política indisociable. La respuesta de la juventud norteamericana en 1969 estuvo evidentemente cargada por la necesidad de un posicionamiento social y marca, por sobre todo, un quiebre contundente con respecto a la actitud de la comunidad GLTTTBI respecto del espacio social. El surgimiento posterior de agrupaciones militantes y focos de resistencia muestra los primeros trazos de organización frente a años y años de discriminación, silenciamiento, torturas, sufrimiento y muertes. La noción de orgullo, en este contexto, está impresa en un fondo de contrapartida, respuesta, reacción a la estigmatización social opresiva que operó por siglos, y sigue operando, sobre la comunidad GLTTTBI. El orgullo, pensado desde hoy, tal vez no sea entonces el orgullo de ser gay únicamente como si fuera un rasgo en sí mismo destacable en cada persona, sino que, como continuación de sus orígenes, el orgullo gay es el orgullo de la superación, el orgullo de la resistencia, el orgullo de haber levantado la voz, de haber sembrado la primera semilla de lo que sería un cambio histórico a nivel mundial. Nadie puede negar las consecuencias de esa revuelta y la posibilidad de pensar el orgullo como posicionamiento respecto de la historia es una noción sumamente interesante. En este sentido, considero pertinente traer a colación las palabras de Osvaldo Bazán en su “Historia de la homosexualidad en la Argentina” en que enuncia que la historia de la homosexualidad no es más que la historia de una represión. La paulatina superación de dicha represión es entonces un clarísimo motivo de festejo.
La segunda cuestión básica surgida de revisar esta reseña histórica puede pensarse claramente si le adicionamos a esta idea del “orgullo de la resistencia”, la noción del orgullo como contrapartida de la estigmatización. En este sentido, la definición de orgullo como “Sentimiento elevado de la dignidad personal. // Conciencia del propio valor que puede nacer de causas nobles” cobra toda su fuerza en el marco de la interacción social. La discriminación diaria, las miradas torcidas, la abominación de la diferencia, la falta de derechos, el trato como enfermos, pecaminosos, etc. exige una respuesta desde la elevación de la dignidad personal, como reconfiguración del amor propio, erigir la autoestima es entonces una buena forma de encarar la visibilidad y de poder trocar el posicionamiento frente al otro desde un lugar político social que funde estas cuestiones en otra dirección.
La palabra orgullo pensada entonces como respuesta política y fundamentalmente como espacio en que se erige la dignidad personal y colectiva es el primer significante en una cadena de significaciones surgidas alrededor de la militancia homosexual. Conviene en este punto, pensar la idea de identidad colectiva como un estado de conciencia implícitamente compartido por individuos que reconocen y expresan su pertenencia a una determinada categoría de personas que se presenta como comunidad. La construcción de signos es la apropiación de ese espacio como propio y la consecuente señalización de la diferenciación con el otro, con los correspondientes riesgos de autodiscriminación y encierro. El concepto de orgullo gay, entonces, implica diversas cuestiones que van desde una marcha, una bandera, hasta toda una serie de rituales y actividades de las cuáles estamos participando y que conforman el modo de expresión de un grupo identificatorio. La apropiación del término en este folklore implica un posicionamiento claro que merece ser reflexionado por cada individuo que, luego, adicionará sus cuestiones personales y construirá su propia noción de comunidad.
Una mirada desde la actualidad
La traza de una reseña histórica acerca del concepto de orgullo y sus respectivas consecuencias político sociales a nivel mundial implican una reflexión acerca de estas cuestiones en el hoy. Creo fundamental señalar como punto de partida, la necesidad de seguir trabajando en este sentido mientras siga habiendo sufrimiento causado por discriminación o cercenamiento. Ante una sociedad aparente más “abierta”, más “tolerante”, pareciera que se desdibujan ciertos espacios de reivindicación de lo propio. La incorporación de lo gay a las estrategias de mercado operó como la clave de una incorporación ficticia al mundo global. La proliferación de los boliches gays, acompañada del surgimiento de empresas de turismo gay, gimnasios para gays, ropa para gays, etc. parecieron echar luz sobre un cierto registro de parte de la sociedad en general respecto de la comunidad homosexual en particular. Sin embargo, conviene hacer notar que la integración justamente parte de compartir los espacios y por lo tanto generar la socialización, pensar la libertad como la posibilidad de tener cuatro boliches en lugar de dos creo que es aceptar una delimitación del espacio que nada tiene que ver con la búsqueda de una dignidad personal. La posibilidad de que existan espacios específicos es interesante en tanto no funciona como factor limitante, como espacio único de circulación y ejercicio del deseo. La integración depende únicamente de la integración y el diálogo con la sociedad toda como espacio de reformulación del yo colectivo frente al tú y ellos.
La resemantización de los símbolos en este mundo Light, entonces, es un ejercicio de recuperación histórica que conlleva una mirada comprometida del presente, una posibilidad de operar sobre la historia y, sobre todo, el sentimiento de responsabilidad que implica el respeto por nuestros antepasados que nos dejaron un mundo en el que ahora podemos conversar estas cuestiones y el respeto por las generaciones venideras que deben encontrarse con un mundo en el cuál no sean válidas las constantes sanciones de la diferencia y la libertad para ejercer la propia personalidad sea moneda corriente.
La palabra orgullo, con su fuerza arrolladora, parecía ser aquello que a todos les hacía ruido y lo que yo no podía terminar de explicar. Como punto de partida en mis disertaciones personales, pensé que el sólo hecho de pertenecer a la “comunidad GLTTTBI” no era más que una característica entre el crisol de rasgos que definen mi persona. Sin embargo, en la cuestión gay parecía haber algo que diferenciaba ese rasgo de los demás y que hacía que me manifieste de esa manera con respecto a ello. Buscando esa razón, llegué a la certeza de que si no hubiera sido gay, hoy no sería la misma persona, los sueños serían otros, los miedos también y, lógicamente, mi posición en el mundo sería diferente. Esta cuestión de lo gay como constitutivo me quedó más clara aún cuando surgió la idea de que si las personas fuésemos pinturas, entonces la sexualidad sería algo así como el color o el material del lienzo sobre el que estamos pintados. Los trazos son muchos y fundamentales, pero el telón de fondo, el que sostiene el esquema personal es el espacio en que se deposita la líbido, el deseo y el principio comunicador con la alteridad.
En un marco en el que surgen tantas cuestiones intrínsecas es que aparece la palabra orgullo resignificando estas características y poniendo de manifiesto una primer cuestión: el nivel visceral, vivencial y sentido del término. Uno nunca puede estar orgulloso sino de lo que vive y late dentro de uno, así sea un trabajo logrado, una persona que ama, o la sexualidad propia, todo ello se detenta con orgullo en tanto pertenecen al campo de lo más internamente asumido como propio, y digo propio dejando de lado la noción de apropiación como pertenencia material, sino como verdadera incorporación.
Siguiendo esta línea, y como primer ejercicio, me predispuse a buscar cuáles eran los distintos rasgos semánticos de la palabra orgullo. La herramienta inmediata, lógicamente, fue el diccionario y encontré dos acepciones que me resultaron interesantes por su dicotomía: “Opinión demasiado buena que tiene uno de sí mismo. Arrogancia. Fatuidad. Ostentación. // Sentimiento elevado de la dignidad personal // Conciencia del propio valor que puede nacer de causas nobles.” La primera luz que surgió de esta búsqueda fue la posibilidad de develar, en algún sentido, el por qué de la resistencia de los demás al escuchar el término Orgullo aplicado a lo gay y su consecuente militancia. La idea de arrogancia como eje conductor del orgullo gay, sin embargo, no creo que sea un factor que permita circunscribir el concepto dado que el mismo está forjado desde un espacio de resistencia que conlleva a revisar algunos aspectos de la historia.
El concepto de orgullo gay surge a partir la conocida revuelta de Stonewall ocurrida en el boliche Stonewall Inn en la ciudad de Nueva York el 28 de junio de 1969. La noche del 27 de junio el bar fue víctima de la tercer “razia” policial de la semana y los que en él se encontraban, no soportando la opresión reiterada, se defendieron de la policía con piedras, botellas y todo objeto que encontraran. Los hechos no concluyeron en ese momento, sino que la noche siguiente más de 2000 gays, lesbianas, travestis, transexuales, bisexuales y heterosexuales se congregaron a brindar su apoyo a quienes permanecían aún en el bar y a quienes habían sido liberados. La resistencia duró tres días y la voz del gay power surgió en las calles neoyorquinas dando lugar al florecimiento de 5 frentes de liberación gay en diferentes ciudades norteamericanas. Al año siguiente se realizó la primera marcha conmemorando los hechos y luego las mismas comenzaron a efectuarse regularmente, lo que dio lugar a una tradición que con el paso del tiempo cobró carácter internacional.
La introducción de esta reseña histórica permite poner de relieve dos cuestiones básicas. En primer lugar es fundamental ligar la noción de orgullo con una idea política indisociable. La respuesta de la juventud norteamericana en 1969 estuvo evidentemente cargada por la necesidad de un posicionamiento social y marca, por sobre todo, un quiebre contundente con respecto a la actitud de la comunidad GLTTTBI respecto del espacio social. El surgimiento posterior de agrupaciones militantes y focos de resistencia muestra los primeros trazos de organización frente a años y años de discriminación, silenciamiento, torturas, sufrimiento y muertes. La noción de orgullo, en este contexto, está impresa en un fondo de contrapartida, respuesta, reacción a la estigmatización social opresiva que operó por siglos, y sigue operando, sobre la comunidad GLTTTBI. El orgullo, pensado desde hoy, tal vez no sea entonces el orgullo de ser gay únicamente como si fuera un rasgo en sí mismo destacable en cada persona, sino que, como continuación de sus orígenes, el orgullo gay es el orgullo de la superación, el orgullo de la resistencia, el orgullo de haber levantado la voz, de haber sembrado la primera semilla de lo que sería un cambio histórico a nivel mundial. Nadie puede negar las consecuencias de esa revuelta y la posibilidad de pensar el orgullo como posicionamiento respecto de la historia es una noción sumamente interesante. En este sentido, considero pertinente traer a colación las palabras de Osvaldo Bazán en su “Historia de la homosexualidad en la Argentina” en que enuncia que la historia de la homosexualidad no es más que la historia de una represión. La paulatina superación de dicha represión es entonces un clarísimo motivo de festejo.
La segunda cuestión básica surgida de revisar esta reseña histórica puede pensarse claramente si le adicionamos a esta idea del “orgullo de la resistencia”, la noción del orgullo como contrapartida de la estigmatización. En este sentido, la definición de orgullo como “Sentimiento elevado de la dignidad personal. // Conciencia del propio valor que puede nacer de causas nobles” cobra toda su fuerza en el marco de la interacción social. La discriminación diaria, las miradas torcidas, la abominación de la diferencia, la falta de derechos, el trato como enfermos, pecaminosos, etc. exige una respuesta desde la elevación de la dignidad personal, como reconfiguración del amor propio, erigir la autoestima es entonces una buena forma de encarar la visibilidad y de poder trocar el posicionamiento frente al otro desde un lugar político social que funde estas cuestiones en otra dirección.
La palabra orgullo pensada entonces como respuesta política y fundamentalmente como espacio en que se erige la dignidad personal y colectiva es el primer significante en una cadena de significaciones surgidas alrededor de la militancia homosexual. Conviene en este punto, pensar la idea de identidad colectiva como un estado de conciencia implícitamente compartido por individuos que reconocen y expresan su pertenencia a una determinada categoría de personas que se presenta como comunidad. La construcción de signos es la apropiación de ese espacio como propio y la consecuente señalización de la diferenciación con el otro, con los correspondientes riesgos de autodiscriminación y encierro. El concepto de orgullo gay, entonces, implica diversas cuestiones que van desde una marcha, una bandera, hasta toda una serie de rituales y actividades de las cuáles estamos participando y que conforman el modo de expresión de un grupo identificatorio. La apropiación del término en este folklore implica un posicionamiento claro que merece ser reflexionado por cada individuo que, luego, adicionará sus cuestiones personales y construirá su propia noción de comunidad.
Una mirada desde la actualidad
La traza de una reseña histórica acerca del concepto de orgullo y sus respectivas consecuencias político sociales a nivel mundial implican una reflexión acerca de estas cuestiones en el hoy. Creo fundamental señalar como punto de partida, la necesidad de seguir trabajando en este sentido mientras siga habiendo sufrimiento causado por discriminación o cercenamiento. Ante una sociedad aparente más “abierta”, más “tolerante”, pareciera que se desdibujan ciertos espacios de reivindicación de lo propio. La incorporación de lo gay a las estrategias de mercado operó como la clave de una incorporación ficticia al mundo global. La proliferación de los boliches gays, acompañada del surgimiento de empresas de turismo gay, gimnasios para gays, ropa para gays, etc. parecieron echar luz sobre un cierto registro de parte de la sociedad en general respecto de la comunidad homosexual en particular. Sin embargo, conviene hacer notar que la integración justamente parte de compartir los espacios y por lo tanto generar la socialización, pensar la libertad como la posibilidad de tener cuatro boliches en lugar de dos creo que es aceptar una delimitación del espacio que nada tiene que ver con la búsqueda de una dignidad personal. La posibilidad de que existan espacios específicos es interesante en tanto no funciona como factor limitante, como espacio único de circulación y ejercicio del deseo. La integración depende únicamente de la integración y el diálogo con la sociedad toda como espacio de reformulación del yo colectivo frente al tú y ellos.
La resemantización de los símbolos en este mundo Light, entonces, es un ejercicio de recuperación histórica que conlleva una mirada comprometida del presente, una posibilidad de operar sobre la historia y, sobre todo, el sentimiento de responsabilidad que implica el respeto por nuestros antepasados que nos dejaron un mundo en el que ahora podemos conversar estas cuestiones y el respeto por las generaciones venideras que deben encontrarse con un mundo en el cuál no sean válidas las constantes sanciones de la diferencia y la libertad para ejercer la propia personalidad sea moneda corriente.
10 comentarios:
Con motivo del Día del Orgullo Gay en España, alguien publicó lo sieguiente en su blog: "Sí, los gays tienen su día.... ¿Y por qué los heteros no?
Joder, nos están haciendo sentir mal a los hetero por serlo..."
No me quedó más remedio que contestar: "Amigo, amigo, quizás deberías saber:
Existen actualmente 87 países que penalizan las relaciones homosexuales. En los Emiratos Árabes, Arabia Saudí, Yemen, Irán, Sudán y Mauritania, los gays son condenados a la pena de muerte. En países como Zambia, Tanzania, Kenia, Pakistán o Afganistán, con la prisión perpetua. En otras partes del mundo, como Egipto, Etiopía, Marruecos, Nicaragua o Libia, con 20 años de prisión.
La ola de integrismo en los países árabes, el endurecimiento de la teología vaticana, el crecimiento de sectas protestantes carismáticas en África y América del Sur, hacen peligrar seriamente la integridad de millones de ciudadanos cuyo único "crimen" es desear emocional y sexualmente a personas de su mismo sexo.
(Daniel Borrillo (jurista) - Universidad de París X-Nanterre - 30/06/2007)
¿No crees amigo, que los heteros lo han tenido más fácil para amar?
Feliz día del Orgullo Gay Argentino.
Un beso.
Chris te cuento que me dejas el cerebro en llamas.
Muchas veces escuche "orgullosos de que???"
Mmmm me enshanto tu postura... voy a pensar de que estoy orgulloso... y después te cuento.
Nos vemos mañana....
Besitossssssss
Julito
Para mi estar orgulloso es: "estoy feliz de lo que he hecho, de como me he formado, de lo que soy, de hasta donde puede llegar, de lo que he elegido para llegar hasta aquí. y si, mire lo que quiera usted, porque esto que hay acá vale mucho."
Mucha suerte y diversión para los que vayan a la marcha, para vos Chris.
Tengo que decir que esa es una de mis fotos favoritas de silvina, muy sexy, y también que encontré una curiosidad en una letra de goldin con fin de carnaval.
A ver si reconocés la misma frase que usa silvina y como la utiliza Rubén en un tema propio.
Que pasó con el parcial?
Besos.
Excelente tu respuesta Mario... la gente tiende tanto a sacar todo de contexto, a no explicar las cosas desde el lugar que realmente ocupan.
Muy interesante la data además!
Muchas Gracias!
Julito: Buenísimo que te haga pensar... yo también escuché muchas veces esa pregunta... fundamentalmente de mi madre y este texto, que escribí en el 2005 para las charlas de la semana previa a la marcha, fue un poco una respuesta a ella, que llega a todos, claro!
Carlita: me encanta tu definición de orgullo. Es hermosa, de veras!
Gracias por la suerte y la diversión, que ahí es garantizada! tanto desconche, plumerío! jaja
A qué canción de Rubén te referís? No noté ninguna correspondencia porque tampoco escuché a Rubén tan profundamente. Me gustan mucho "El ogro y la bruja" y "El amor es rojo"...
Está linda la Silvinita en esa foto, viste?? Igual será que yo la quiero, que me parece linda en todas las fotos...
El parcial lo entregué ayer tras largas jornadas de vigilia. Creo que me fue bien, pero veremos... hasta el 27 no me voy a enterar...
Besos para tod@s!!!
Chris
Me ha impresionado esas penalizaciones, es un horror del que no estaba al tanto.
La verdad es que el post significa otra cosa, pero yo lo desvie para silvina.
Lo descubri la primera vez que escuche "Fin de carnaval" por tener tan presente "Las cosas que uno quiere".
Fin de carnaval (silvina Garré)
Ser del sol y de todas la rutas. Ser del viento y de una sola pieza y no matarse más en un recuerdo, no postergarse asi mas no olvidar.
Las cosas que uno quiere (Ruben goldin)
Yo tengo para mis amigos la libertad de dejarlos solos cuando quieran matarse en un recuerdo.
Y en las tardes manzas una nueva cancion que hable de ellos de la gente que uno quiere.
Larara lara ra
Nunca supe a ciencia cierta por qué voy a la marcha cada año desde el 2003.
Sí siento que algo me lleva, me impulsa, me motiva; reconozco que me gusta, necesito estar ahí, rodeada de gente a la que le pasan las mismas cosas que a mí.
Tal vez no sea un motivo valedero para otros, pero yo siento internamente que aunque después siga todo igual, yo tengo que estar ahí para marchar, unido mi corazón al corazón de toda la comunidad gay, más o menos entusiasta, más o menos cerca de las carrozas con travestis y putos enloquecidos, de manera escandalosa o no; en ese momento, no me importa nada...
A veces me corro hacia la vereda, otras me sumo a la masa de transpirados que saltan desenfrenados.
Sea como sea, yo voy marchando y sintiéndo por momentos que pertenezco al mundo real; voy como en un escaparate multicolor, para que todos vean que los gays y lesbianas somos chicos y chicas como todos, no tenemos nada raro, y que estamos ahí, orgullosos de ser humanos, creo que es eso, orgullosos de ser hijos, amantes, estudiantes, empleados, madres, padres, profesionales, desempleados...eso es para mí.
Orgullosos de que nos gusten las personas de nuestro mismo sexo, y orgullosos de que nos hacemos cargo de eso y lo vivimos como podemos, a pesar de discriminaciones más o menos fuertes.
No me gusta pensar en la marcha como una forma de dividir, sectorizar o agrupar; detesto esa idea de que somos una minoría, aunque sea una dolorosa realidad a veces muy evidente.
Me gusta pensar en la marcha como una forma de unir, visibilizarnos y reclamar juntos, miles de personas, a quien quiera vernos o escucharnos, los mismos derechos que todo ser humano.
No se si algún día vamos a poder adoptar un bebé, heredar de nuestra pareja, gozar de su obra social, y tantas otras cosas que las parejas de heterosexuales tienen sin siquiera mencionar como puestas en duda.
A veces creo que es una utopía, y dolorosamente me convenzo de que nada en este mundo está hecho para que se nos hagan fáciles las cosas.
¿Tan dificil es vernos como seres humanos con los mismos derechos?
Mientras todo siga así, mientras este país esté a años luz de considerarnos humanos a pesar de no ser heterosexuales, yo voy a seguir marchando, como en esa mítica danza de la lluvia, rogando que llueva, sintiendo que con cada uno de mis pasos puedo lograr hacer que lluevan algunas gotas.
Y al final, el arcoiris.
Nos vemos allá...siempre.
Pao
ayyyy nenaaaaaa...como te envidiooo!!! La debés estar pasando joya en la marcha y yo acá...mirándolo por Crónica...
Pensar que los 3 años que viví allá, nunca fuí...mi ex me decía lo mismo que el título: "Orgullosos de que???...después terminan culeandoce entre todos! Siempre tienen que tener una excusa para festejar..." y bueh...
Yo siempre imaginé que debía haber un trasfondo desconocido mucho más interesante de lo que imaginaba...el "detrás de escena"...sin corazas, sin caretas, sin ocultar nada.
Más allá de defender y apoyar los derechos, seamos honestos, es un festejo...una diversión...y no es para menos.
Que dato interesante nos dió Mario...para pensarlo y tenerlo en cuenta...y no olvidarlo!.
Recuerdo cuando éra pendejo haberme sentido como King Kong en medio de New York...luchando por algo que no tenía sentido...por suerte no terminé tirándome del edificio...jeje. Por éso creo que es importante que las nuevas generaciones sepan que no están solos...que hay más opciones y más razones por luchar.
Te mando un abrazote bien fuerte Chris!!!
Prontito tomaremos unos mates...
Besotes!
Maurrr
Carlita: Las penalizaciones y consecuencias son muchas, muchas más de las que creemos. Cuando se dice que ahora las cosas cambiaron hay que asumir que eso es en parte, es apenas la punta del iceberg. Falta tanto!
Que observadora que sos!! No me había dado cuenta! Por eso escribís tan bien, porque observás así de bien...
Que lindas ambas canciones! Me acuerdo que en el homenaje a María Gabriela Epumer Rubén cantó ese tema en vivo y fue genial!...
Todo bien que hayas desviado el post... así es la buena conversación, diverge todo el tiempo... Además, Silvina es un orgullo, semejante cantautora, poesía, voz, buena música y compromiso. Un lujo.
Pao: Es el amor de surtidor del que habla Silvio. Es ese que se reparte, que se multiplica. Es reconocerse en el pueblo y caminar!
Además, la visibilidad es felicidad. Felicidad pura y real porque es libertad genuina.
Nos vemos allá... siempre!
Mauri: jaja estuvo buenísimo! Muy divertido sí! Energía, movimiento, calor y cuerpos semidesnudos... 25.000 personas!!!!!!!!!!!! No lo puedo creer... la primera vez que fui éramos 2.000
Que raro el planteo de tu ex... es orgullosos de culearse... debe tener alguna impronta católica que penaliza el sexo y lo pone en un lugar de vergüenza el muchacho...
La marcha está dotada de un contenido 100% político (como toda intervención pública, hasta salir a la calle). Ese trasfondo es lo que trato de desarrollar en el texto, de explicarlo, sumado a mis vivencias personales...
Ya nos tomaremos unos matecitos!
Besos para tod@s!
Chris
¿orgullosos de que?... pues sencillamente de ser, nada más que de eso... de ser.
Haykus... sí, sí... es de ser y con lo que uno es vienen todas las veces que hubo que quebrar el silencio para poder decir las palabras a tiempo... vienen las burlas que tuvimos que superar y viene la circunstancia histórica que tanto, tanto nos ha violentado...
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