
Normalizar es una palabra complicada. Toda norma es cultural, claro está, por lo tanto podemos, ya mismo, despejar la dimensión de lo natural en esta discusión. Nada en la vida del hombre es natural, ya que somos seres CULTURALES y estamos absolutamente atravesados por la palabra.
Si tomamos norma como cultura, entonces estamos pensando una forma de cultura como superior a otra. Hay una pauta cultural que tiene que someterse a una pauta hegemónica. La manera de legitimar la pauta es naturalizarla, despojarla de su dimensión cultural y hacer que se la vea como natural, ahistórica y, por ende, no cuestionable, ni modificable. Este trabajito de hormiga, claramente, es encarado por la institución más fascista de todas, la iglesia con la ayuda de los milicos, el estado, la escuela, la familia y demás.
El hecho gay lésbico trans no debería "normalizarse" más bien debería tomarse como una pauta cultural más en un entramado de sentires y cosmovisiones humanas. Julia Zenko cantaba una canción que decía "Para parecer normal yo debía ser igual a los que me han enseñado todo mal". Es así!
La cuestión gay lésbico trans tiene su identidad y su especifidad cultural, que deben ser respetadas como tales. No tenemos por qué sujetarnos a las normas imperantes por la sociedad heterosexista. Aún más, los mismos heterosexuales están sujetos y no son libres de ser y elegir. Acaso un hombre heterosexual que no se proclame como el “semental cabrío- macho de américa” es aplaudido?? Acaso una mujer hétero puede pasearse de cama en cama, con cuanto chongo se le cruce, sin que le digan por lo menos puta?
La violencia es cultural y se materializa muchas veces en lo físico (pregunten a las travas si no es así). Las desimetrías en las relaciones de poder exigen un cambio histórico y cultural que nos va a llevar siglos de laburo arduo a tod@s.
El otro día mi hermano estudiaba el nazismo y mi viejo decía que el genocidio mayor de la historia no había sido el holocausto de la segunda guerra, sino que la matanza de todo un continente de pueblos aborígenes en América había sido mayor en número y consecuencias culturales. Concuerdo con eso (sin quitarle peso y gravedad al holocausto, claro). Mientras mi viejo hablaba me quedé pensando que pasa con el holocausto gay, el holocausto travesti. Cúantas travas murieron por razones similares a las que generaron el exterminio de la segunda guerra?? Cuántas siguen muriendo?? Sumemos las que se van a diario por todo el mundo… No quiero ni pensarlo… Y si a ese número le sumamos otro tanto por gays, lesbianas y demás sexualidades e identidades de género disidentes, estamos frente al holocausto del que nunca se habla.
La héteronorma (obligatoriedad de ser hétero de una determinada manera) es un dispositivo que moldea nuestro deseo y lo transforma en un ciclo pautado. Cuando iba a la escuela de curas me plantearon dos caminos posibles en la vida, en la sucesión de sacramentos: Matrimonio u orden sagrado. Ni lo uno, ni lo otro. Disidencia. Elección. Voluntad y, sobre todo, espacio para el deseo de buscar y también de encontrar y también de perderme.
Creo que la única posibilidad que tenemos ser “normales” es siguiendo la propia norma, la que necesitamos, la que construimos, la que podemos también deconstruir cuantas veces queramos, la que nos dignifica y también la que nos establece y nos posiciona (hasta nuevo aviso).
Si tomamos norma como cultura, entonces estamos pensando una forma de cultura como superior a otra. Hay una pauta cultural que tiene que someterse a una pauta hegemónica. La manera de legitimar la pauta es naturalizarla, despojarla de su dimensión cultural y hacer que se la vea como natural, ahistórica y, por ende, no cuestionable, ni modificable. Este trabajito de hormiga, claramente, es encarado por la institución más fascista de todas, la iglesia con la ayuda de los milicos, el estado, la escuela, la familia y demás.
El hecho gay lésbico trans no debería "normalizarse" más bien debería tomarse como una pauta cultural más en un entramado de sentires y cosmovisiones humanas. Julia Zenko cantaba una canción que decía "Para parecer normal yo debía ser igual a los que me han enseñado todo mal". Es así!
La cuestión gay lésbico trans tiene su identidad y su especifidad cultural, que deben ser respetadas como tales. No tenemos por qué sujetarnos a las normas imperantes por la sociedad heterosexista. Aún más, los mismos heterosexuales están sujetos y no son libres de ser y elegir. Acaso un hombre heterosexual que no se proclame como el “semental cabrío- macho de américa” es aplaudido?? Acaso una mujer hétero puede pasearse de cama en cama, con cuanto chongo se le cruce, sin que le digan por lo menos puta?
La violencia es cultural y se materializa muchas veces en lo físico (pregunten a las travas si no es así). Las desimetrías en las relaciones de poder exigen un cambio histórico y cultural que nos va a llevar siglos de laburo arduo a tod@s.
El otro día mi hermano estudiaba el nazismo y mi viejo decía que el genocidio mayor de la historia no había sido el holocausto de la segunda guerra, sino que la matanza de todo un continente de pueblos aborígenes en América había sido mayor en número y consecuencias culturales. Concuerdo con eso (sin quitarle peso y gravedad al holocausto, claro). Mientras mi viejo hablaba me quedé pensando que pasa con el holocausto gay, el holocausto travesti. Cúantas travas murieron por razones similares a las que generaron el exterminio de la segunda guerra?? Cuántas siguen muriendo?? Sumemos las que se van a diario por todo el mundo… No quiero ni pensarlo… Y si a ese número le sumamos otro tanto por gays, lesbianas y demás sexualidades e identidades de género disidentes, estamos frente al holocausto del que nunca se habla.
La héteronorma (obligatoriedad de ser hétero de una determinada manera) es un dispositivo que moldea nuestro deseo y lo transforma en un ciclo pautado. Cuando iba a la escuela de curas me plantearon dos caminos posibles en la vida, en la sucesión de sacramentos: Matrimonio u orden sagrado. Ni lo uno, ni lo otro. Disidencia. Elección. Voluntad y, sobre todo, espacio para el deseo de buscar y también de encontrar y también de perderme.
Creo que la única posibilidad que tenemos ser “normales” es siguiendo la propia norma, la que necesitamos, la que construimos, la que podemos también deconstruir cuantas veces queramos, la que nos dignifica y también la que nos establece y nos posiciona (hasta nuevo aviso).