domingo, 21 de octubre de 2007

Buenos Aires y yo


Mi primer paseo fue por la calle Cuenca, en Villa del Parque. Sí, Cuenca todavía era empedrada. El Shopping no estaba. En su lugar había una gran pizzería, bar que ya ni recuerdo el nombre. Había muchas más jugueterías, que en aquella época eran mi perdición. La estación estaba desvencijada, vieja. Tuvo que esperar la ola menemista para conseguir pintura y carteles más modernos, que acompañaran la circunstancia del nuevo Shopping.
El barrio es la primera referencia. Cuando mi experiencia sumaba sólo diez años, el barrio representaba ese lugar en que podía moverme, en que podía atreverme a un poco más. Salir a patear Cuenca, Nogoyá, Nazca, San Martín era común para mí. Me sentía orgulloso cuando me aprendía una calle nueva y, por supuesto, presumía de que “yo en Villa del Parque conozco todo…”. Ayer pasaba por la esquina de casa y me pregunté: “¿Cuántas veces pasé por esta esquina?”. 5.000?? quién sabe?… pero por ahí debe andar… Cuánto se aprende un lugar por el que se pasan tantas veces? Cómo hacer para que esos lugares no terminen siendo uno de alguna forma? Así me vaya de Villa del Parque, nunca el barrio podría ser un lugar más. "La geografía de mi barrio llevo en mí, será por eso que del todo no me fui" rezaba el tango... cuánta razón!
Acá estoy como en casa. A veces ni me cambio para salir, con las mismas chancletas, el shortcito de entrecasa, la remera descolorida, agujereada y hasta manchada está bien… “Si total voy sólo hasta Cuenca”…
La geografía explica el hombre, lo constituye, lo determina y condiciona su mirada. Un hombre de río es totalmente diferente a uno de montaña y otro tanto pasa con un hombre de mar. Villa del Parque alberga mi historia. Los lugares me van devolviendo imágenes que a veces ni yo recuerdo. La calesita de la plaza, el cine Bernasconi, la Cultural Inglesa. Hasta los clásicos negocios de Cuenca, los que parece que están hace mil años. La plaza devoto, mi querida plaza devoto: noches de adolescencia, tardes de caminatas.
Yo me doy cuenta. Cada vez que algún amigo que no es del barrio me visita por acá, me viene una incontrolable verborragia que me obliga a tratar de significar todo: cada esquina, cada casa. Ahí yo hacía tal cosa… allá tal otra… Esa es la casa de tal, que es amigo de tal, que es vecino de tal otro…
Las distintas zonas de la ciudad, las que no son las natales, las que no son nuestra casa se van habilitando de otras formas. Algunas zonas que son clásicos porteños nunca las signifiqué porque, como digo siempre: “la vida no me llevó”. Belgrano, Palermo, San Telmo no me pertenecen, aunque los visite, aunque los vea lindos.
Mi otro barrio es el centro. En el centro también estoy en casa. El centro fue mi primer viaje o más que mi primer viaje fue mi primer “mudanza” simbólica. Todos mis referentes del barrio se reinventaron en el centro a fuerza de una crisis de identidad. Me asumía puto y eso fue, literalmente, lo que implicó que construyera el centro como un nuevo espacio para mí. Los significados natales quedaron en Cuenca. La avenida Corrientes, la diversidad de las calles, de las gentes de distintas procedencias y colores, del trajín apurado eran ahora depositarias de mi nueva identidad. Ambos lugares me pertenecen porque yo estoy imbricado con esas geografías. Es increíble como la identidad y el espacio están amalgamados. Conozco bastante gente, sobre todo de provincia donde el contraste es mayor que el de barrio capitalino y centro, que cuando se traslada, cuando se muda incluso se termina cambiando el nombre, el apodo o habilitando algún primer nombre que estaba en desuso.
Hablar de una persona, de una historia es hablar de su geografía. Siempre recuerdo, no sin conmoverme, la historia de Mercedes, una amiga de mi mamá. Mercedes se crió en Devoto. A los quince años tuvo que exiliarse en España. Mandaba cartas afiebradas a mi madre, pidiendo datos, pidiendo referentes que le devolvieran su identidad, su ser, su Buenos Aires, su barrio. Pedía fotos de su casa, pedía a gritos saber la historia de sus viejos vecinos. Años después, Mercedes estaba muy enferma y desde el hospital llamaba a mi casa para decir que, en cuanto mejorara un poquito y los médicos la dejaran, lo primero que haría sería venir a la Argentina, que le preparáramos una cama. Dos días después del último llamado, Mercedes murió. Nunca volvió a su tierra. Recuerdo patente las lágrimas de mi vieja, ahora también las entiendo y hasta pude compartirlas en algún ejercicio de memoria. En la antigüedad la pena mayor que se podía dar a un criminal era el exilio. Mercedes no cometió ningún crimen, pero lo sabe bien.

Bajo el cielo de Mantilla
(Teresa Parodi – Mateo Villalba)

Se bajó en la estación de aquel pueblito
Caminó por sus calles aterida
Recordó las palabras de su padre
-es tan claro ese cielo de Mantilla-
Las casitas apenas dibujadas
Atardecen grisáceas y cansinas
En hilera debajo de los árboles
Todas son para ella parecidas

La que está en la cortada justo al lado
Del enorme almacén que da a la esquina
Es la nuestra Raquel, llame a su puerta
Y pregunte si están Marga o Dorita
Usted sabe de ellas, las ha visto
En las fotos que guardo de esos días
Son mis buenas hermanas, las mayores
Dígales que las quiero tanto, hija

Llámeme para adentro a cada paso
Llámeme con el alma, hijita mía
Tráigame si es que puede cuando vuelva
Un poquito de tierra de mantilla
Con los ojos cerrados se ha quedado
Aspirando ese olor a mandarinas
Ay! Qué lejos que queda Buenos Aires
De este cielo infinito de Mantilla

Los amigos de ayer decía su padre
Se juntaban de noche en la cantina
Y jugaban al truco hasta el cansancio
Tal vez sigan allí como esos días
Cuando llegue pregunte por el nacho
Pídale que le cante, niña mía
Nunca habrá de encontrar cantor como ese
Chamamé del mejor, qué maravilla

He venido a buscarlo en su pueblito
A llevarle la tierra que quería
La promesa he cumplido padre, piensa
Aunque usted ya no esté para vivirla
Y golpeó la puertita de la casa
La salió a recibir la vieja tía
Se perdió entre sus brazos sin palabras
Bajo el cielo infinito de mantilla

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Cris, que lindo el comment que me dejaste.
mirá mi hermano menor estudia allá en baires y viste estas cosas, que a uno le trae recuerdos.
estamos en contacto.
adoro esa canción.
no lo tengo al blog en marcha, al menos a ese no.
abrazos desde corrientes porá. Añamembuí!

CML dijo...

hola chris! estaba leyendo el post y me daba unas ganas de escribir y de comentar sobre mi. Yo he vivido en varios lugares en mi infancia, hasta los 2 años vivi en ciudadela(ni lo recuerdo), luego por liniers, esa casa si la recuerdo, hasta los 5 que fui para Barrancas, y a los 7 años llegue aca a mataderos, a unas 10 cuadras de la otra casa que tuve en liniers. La cuestion es que yo siento mio solamente baracas, donde vivi 2 años de los 5 a los 7, pero para mi era un lugar de cuento fantastico ), las calles, los edificios, las pesadillas acerca de que el rio cabiara de lugar. Me encanta pasar por ahi. El lugar donde vivo actualmente desde los 7 hasta hoy, es un lugar conocido, familiar pero no lo suficientemente querido por mi. Nos seguimos leyendo. Tenes que mostrarme tus calles.

El Che dijo...

Que hermoso, tus palabras tan llenas de recuerdos llenan cada espacio del post. Me inspiraste a escribir de mi infancia ja ja, asi que me dispongo a hacer post yo tambien, saludos desde México =D. Seguiré leyendote y leyendo tus post anteriores.

Atte.

Che

Edy Vera dijo...

Huyy...cuanto sentimiento en tus palabras enano;me pegué como estampilla de tus postales y cuando me di cuenta estaba mudándome de casa, barrio y sin querer también de
afectos. Que buen viaje este “pasaje de ida...” .

Un abrazo enano, ¡! Mucha, Mucha Música ¡¡

Julito dijo...

Ay! noo asi no va, me hiciste llenar la cabeza de recuerdos.

Chris, sos un turro, sabelo. Es la segunda vez que un relato tuyo me quema la cabeza (que bastante quemada esta)

Yo no me puedo poner tan seria, no sería yooo, aca va mi comentario:

Ay! nena, me hiciste yorar y correr el rimel, estoy hecha una cachivacha, que horror, no hay peinadora??? otraaaaaaaaaa luuuuuuchaaaaaaaaa!!!!

Besitosssss
Julito

Christian dijo...

Juana: Me alegro que te haya gustado el comment!... Me encantó ver las fotos de la estación de Mantilla...
Abrazos a Corrientes! que como bien dice el chamamé "Si ud. nunca fue a Corrientes no conoce mi país!"...
y yo que no conozco mi país aún! pero ya lo voy a conocer!

Carlita querida: Cuando quieras te hago city tour por Villa del Parque...
Hacemos recorrida por Cuenca primero, después vamos con el mate para la Plaza Devoto y finalmente nos venimos para casa y vemos algunos videítos...
Para mí va a ser un gustazo!
Lo que más me gusta que genere un post es que el otro tenga ganas de hablar sobre el mismo tema, de escribirlo. Cuando pasa eso siento que el otro movió su subjetividad... y me pongo feliz!!

Che... estás en México, pero sos Argentino?? digo por tu nick... Gracias por pasar y por tus palabras... al igual que le dije a Carla, me encanta que te inspire ganas de escribir!
Pasé por tu blog matemático, pero no dejé post porque se me escapaban los conceptos, seguiré pasando y cuando haya un tema que domine más prometo comentar..

Patito querida!! Gracias! que bueno que todos esos hayan sido los efectos... Es que los lugares son el mundo todo, son todas nuestras circunstancias por un momento... Muy fuerte! Por eso tengo el corazón mirando al sur, sin dudas!

Julita! jajaja me hacés reir con tu escritura desfachatada y desenfadada... me encanta... desde ya que no me sale, pero sos tan cómica! jajajaja
Gracias por tu mensajito de hoy al celu y acá!! Dicho sea de paso, se te corre el rimel porque no tenés un buen rimmel querida... jeje

Besos para tod@s!

# dijo...

El barrio en el que nacimos lleva la impronta de nuestros pasos marcados en sus baldosas. Cada vez que regresamos a él, evocamos juegos, recorridos, aromas, situaciones que en un flashback emotivo nos remiten a épocas gloriosas, o no tanto, de nuestra vida.

Abrazo, Chris.

Anónimo dijo...

Chris! Nuestro lugar en el mundo es único.
Y no siempre coincide con el sitio donde nos han parido. Muchas veces nuestra tierra es la que sostuvo algún otro nacimiento, la que fue sustento de las flores más nuestras.
Como vos contás, el centro es la geografía donde te descubriste entero.
Yo escribo y escucho "Allá donde fui feliz", de Jacinto Piedra, canción a la que vuelvo gracias a vos y a tu texto.
Y evoco mi paisaje interno, el que está grabado en mi alma. Los aromas de Traslasierra, en Córdoba, mi viejo enseñándome a bailar la zamba debajo del roble, levantando polvareda al zapatear en esa tierrita tan desacostumbrada a que le lloviera. Los chañares, las acequias, las lucecitas de los tucu-tucus en el olivar, a la noche. Los burritos bajando cargados de los cerros con poleo, con carqueja, con olores imposibles de nombrar. Una amiga sencilla que me enseñaba a jugar con barro, que paseaba conmigo en un petiso desvencijado, mientras el pobre trotaba tratando de esquivar las piedras de ese suelo serrano.El respeto a las víboras que acechaban a la hora de la siesta. Las guitarras siempre sonando en el pasacassette del auto, con las puertas abiertas para que el paisaje y la música fueran una sola cosa, como si no lo hubieran sido desde siempre.
Pienso que el exilio es imposible. Que lo único posible es la distancia. Que la tierra nuestra está grabada en algún lugar del pecho, y que por estar ahí, tan cerca, es que podemos volver a recorrerla cuando se nos antoja. Pienso, esperanzada, que ni siquiera una amnesia total podría desvanecer en nosotros ese modo de regreso.
Pienso en don Ata. Lo escucho diciendo "Siempre andoi por todos lados, siempre vuelvo a Tucumán". Seguramente don Atahualpa Yupanqui nació en Tucumán. Su semilla se llamaba Héctor Roberto Chavero y nació en Pergamino, Provincia de Buenos Aires.
Nuestra tierra, sin dudas, es la que nos vió nacer.
Tu tango es tan tuyo como mis chacareras son tan mías. Y al principio y al final, somos como los árboles. Que no pueden despegarse de la tierra donde nacieron y que viven mil vidas, y se dejan mil veces vivir, pero todas sobre su tierra.
Gracias, Chris! Me llevaste por un rato a la tierra de mi pecho. Jaaa pienso que fue como pasearnos en aquél petiso toviano.
Para terminar tanta palabra con tono nostalgioso: Julio Argentino Jerez escribió en su chacarera "Añoranzas":
"Cuando salí de Santiago todo el camino lloré"
y alguna sensata voz popular le respondió:
"santiagueño pelotudo, pegá la vuelta y volvé".
Besos

Vale

Hisae dijo...

Mi encuentro con Buenos Aires fue hace apenas 3 meses... Me quedo con casi todo. No me defraudó...
Volveré...

Mr. York dijo...

Uno es uno y sus circunstancias, eso implica, obviamente, las de lugar.

Mi aputasamiento tambien transcurrio en el centro, y creo que el de muchos...

Me encanta como escribis nene!
besotes
york.-

Pao dijo...

Se de tu amor por tu lugar, y por Buenos Aires.
Me gusta que seas así.
Todo tan sentido, nada superficial.
Yo cuando vuelvo a "la casita de los viejos" en El Palomar me siento rara, como que ya no pertenezco a ese lugar, y sin embargo en las baldosas del patio están todavía mis huellas, y la parra sin uvas todavía parece darle sombra a esa nena que baldeaba el patio en patas.

La casa de mi viejo, tan desvencijada, luego las infinitas mudanzas, y ahora mi barrio actual...se que no soy de arraigarme mucho, es verdad, vivo más en mi mundo interior que en el afuera, pero no puedo dejar de admirar el obelisco cada vez que le paso cerca y me da placer caminar por algunas calles y avenidas de Buenos Aires.

Mi corazón no es de ningún lugar en especial, pero mi ilusión es algún día abrir la ventana y tener una montaña cerca.
Mientras eso se gesta, me acomodo a Buenos Aires y trato de apreciarla; todavía estoy aprendiendo a conocerla, guía en mano, y haciendo caso omiso a la gente que me pisa y me atropella por Florida, miro hacia arriba y me cuelgo de algún balcón florido o de un retazo de cielo, que se cuela entre las torres.

Yo se que estoy piantá, piantá piantá...

Beso

Christian dijo...

Ale: Leo lo que escribís, me quedo pensando y me pregunto... el barrio tiene la impronta de nuestros pasos marcados en sus baldosas o nosotros tenemos la impronta de sus baldosas marcadas en nuestros pasos?? Que es un viaje significativo, lo es... es el primer Escenario de la vida, en términos moriacasánicos...

Vale: Claro!! tu lugar es el campo, no es Devoto, aunque lo sea, ni Belgrano, aunque lo sea, ni San Isidro, aunque lo sea... Menos que menos el centro, donde por más que hice esfuerzos por mostrarte lo lindo que es, por exaltar la Plaza de Mayo, ves la belleza pero sos medio extranjera, se nota...
Me encantaron las imágenes que contás!!! Buenísimo, gracias por compartirlas...
Me hiciste acordar de esa frase tan linda de César Isella:

"UNO VUELVE SIEMPRE A LOS VIEJOS SITIOS DONDE AMÓ LA VIDA"

Es así, también me acordé de tu anécdota con Canción del pinar... y sí, hay que aprender a volar para ser dueños del cielo, bien celeste, aunque nos cueste...

Mario: Gracias por pasarte por mi blog, me estaré pasando por el tuyo!
Que bueno que hayas estado por acá y mejor aún que no te haya defraudado la city porteña con su ritmo, su locura, su impertinencia...
Hay una canción que lo dice muy bien "Como en sueños intentabas ser el centro de algún universo"... y eso es lo que le pasa a esta ciudad, y eso también la hace grande, bella, interesante

York: sí, para mariconear en paz hay que ir al centro... ya escribiré sobre eso, tengo eso dando vueltas por mi cabeza... yo quiero devolverle plumas al barrio... quiero ver maricas y tortas en las placitas de Saavedra, de Parque Chas, de Villa Ortúzar o de Monte Castro...
Que bueno que te guste como escribo!! y qué bueno que me lo digas!! Gracias ;)

Pao: Mi cuestión porteña es intrínseca, sí... adoro otros lugares también, como Montevideo, como Rosario, como las Cataratas, como tantos otros que fui conociendo... pero yo siento identidad acá...
Está bueno que no seas tan territorial, en realidad cada uno es diferente en esto y siente diferente... quién te dice la vida te regala un paisaje que se te vuelve necesario? quién te dice te lo tenés que llevar más allá de las fotografías??

La vista de la terraza de tu casa, es un paisaje que ya también es mio, porque la quiero, porque me gusta y porque no puedo verla sin que vos estés por ahí haciendo una ensaladita y Andre esté llena de carbón, controlando meticulosamente el nivel de calor apropiado para la tira de asado, el pollito y los chorizos... Ahí están los paisajes!


Besos a tod@s!!

Chris

Luc dijo...

Loco, que buen post...
La verdad que me re copó tu blog.
A todos los porteños nos despierta algo así Buenos Aires!
A mi me pasa con mi barrio de cuando era chico (Coghlan y Saavedra) que me lo re conozco todos los negocios de siempre.
Y bue, desde que nos mudamos para Versalles - Linies a eso de los 11 años también, me conozco todo... Los negocios, los pasajes y demás.
Y por último, el Centro. Para mi significó el 1er trabajo y me aprendí todo. Siento que son parte mías, como vos decis...
Abrazo

Christian dijo...

Luc! gracias, che!! que bueno que el blog te haya copado! :)

La identificación siempre es bastante contundente, por algún lado el lugar incide en uno.
Cuando pusiste lo del centro como primer trabajo me hiciste acordar al Juguete Rabioso de Roberto Arlt... Silvio Astier y su mirada sobre el centro cuando laburaba en la librería y conocía a personajes como la francesa... Por otro lado el barrio, Flores... lo conocido, la cuasi intimidad (ahora ya casi no queda nada de esto)... los vecinos y la vida puerca que describe el libro...

Besos!!

Chris